Augusta Foss de Heindel

sábado, 30 de octubre de 2010

LA ÉPOCA POLAR - en you tube -




“Y Dios creó al hombre a su propia imagen, a imagen de Dios lo
creó; macho y hembra los creó” Génesis 1:27.

En el estudio del origen del hombre y su estado prehistórico, solemos tropezar constantemente con misterios inexplicables y especialmente cuando leemos con una postura puramente materialista el Antiguo Testamento, que es la historia más maravillosa del Hombre.

Estamos inevitablemente forzados a escalar las rocas más formidables de la duda. Sin embargo, cuando leemos entre líneas o miramos al pasado con una mente abierta, entonces este libro del Génesis es una mina llena de las gemas de la más extraña clase.

En el Concepto Rosacruz del Cosmos se nos enseña que el mundo está dividido en siete diversos estados de conciencia.

Comenzando por el más denso, tenemos la materia física de la cual está hecho el cuerpo físico del hombre. Aunque no pueda ser visible con los sentidos físicos, sabemos y tenemos la prueba positiva que hay algo dentro y alrededor nuestro de una naturaleza sutil, más fina que nuestro cuerpo denso que lo interpenetra, que no podemos ver aunque lo sentimos. La electricidad es una fuerza que el hombre puede sentir pero no puede ver. Él sabe que existe la atmósfera, aun así no puede verla. Así es que podemos detectar y saber que esta sutil y rarificada vida existe. Vemos la tormenta y sentimos su fuerza. Podemos ver las gotas de lluvia mientras descienden a la tierra, y los científicos nos dicen que esta lluvia se forma por la evaporación, causando la humedad en las nubes. Sabemos que el viento sopla; sentimos su influencia refrescante. La ciencia tiene una razón para cada uno de estos cambios y explican estos fenómenos atmosféricos a través de investigaciones materialistas.

El ocultista explica estos fenómenos desde un punto de vista más elevado o espiritual, diciéndoles a los científicos que las grandes regiones invisibles de las cuales los vientos provienen están pobladas por inteligencias superiores y que esos elevados espíritus controlan los elementos; que tienen seres que llevan a cabo sus órdenes; por ejemplo, el espíritu del agua tiene sus trabajadores, las ondinas; el espíritu que controla los vientos trabaja con los silfos. Así es que tenemos los elementos que el hombre debe reconocer que existen, todos con sus líderes invisibles y trabajadores que viven en el gran universo del Dios, así es que el pobre hombre materialista que niega todo lo que no puede ver con sus ojos físicos, cuando le piden que explique estos grandes misterios, no lo puede hacer.

Ahora, según lo indicado antes, el Concepto Rosacruz del Cosmos reconoce siete mundos diferentes. ¿Cómo los llamaremos?.

No como materia, pues solo podemos reconocer como materia lo que puede ver el hombre con su vista física. Pero hay seis estados más elevados de conciencia; llamémoslos por los nombres que fueron dados por Max Heindel por los Grandes Seres que le confiaron este conocimiento:
el Mundo del Deseo, el Mundo del Pensamiento, el Mundo del Espíritu de Vida, el Mundo del Espíritu Divino, el Mundo del los Espíritus Virginales, y el Mundo de Dios. Ahora, éstos son solamente nombres y no explican las condiciones de estos estados diferentes.

Tomemos como ilustración una tetera llena de agua. Si colocamos la tetera sobre una barra de hielo, el agua comenzará a endurecerse, y en instantes tendremos agua congelada. Mas dejemos reposar esta tetera sobre una hornalla encendida y en poco tiempo el hielo se derrite y tendremos vapor que desaparece en la atmósfera y se hace invisible a nuestra vista. ¿Dónde se ha ido? A algún lugar donde los ojos incrédulos del materialista no pueden llegar, mas el ocultista puede seguir. Éste sabe que nada se pierde en el universo de Dios.

El Hombre, que es la obra más perfecta de Dios, está compuesto por cada elemento que se encuentra en estos siete grandes mundos.

Así como lo encontramos al Hombre con su cuerpo y mente compleja tan maravillosamente desarrollada no fue hecho, como erróneamente podemos interpretar en la lectura del primer capítulo del Génesis, del barro y en un día, sino que su estado actual es el resultado de años y años de crecimiento. Lo podemos seguir desde que entra en la arena de su existencia como un Espíritu Virginal, un pensamiento, una chispa del divino Padre arrojada al espacio con tal fuerza como solo Dios puede ejercer. Este pensamiento-forma tiene su nacimiento en el mundo de los Espíritus Virginales donde la llama divina comienza su largo peregrinaje por la materia, recolectando el material de cada mundo, cada vez más denso, haciéndose camino entre el mineral, el vegetal, el animal y luego por el estado humano. Dentro de esta chispa divina, se encierran todas las potencialidades del divino Padre. Como el pensamiento de un edificio generado por un hombre que gradualmente toma forma en su mente, que vuelca su plan sobre el papel y que procura el material para que el edificio pueda erigirse, así era el Pensamiento de Dios acerca de la chispa que se convertiría en un Hombre, así se hizo manifiesto, expresión del cuerpo por el que el Rey David alabó a Dios en el salmo 139, que dice, “Te alabo a ti, pues he sido increíble y maravillosamente hecho”. Paracelso dice, “El cuerpo físico por sí mismo es uno de los más grandes misterios pues en éste está contenido en estado condensado, solidificado y corpóreo la verdadera esencia de lo que formará parte de la sustancia del hombre espiritual, y éste es el secreto de la Piedra del Filósofo”.

Hay misterios en este templo humano que el hombre no puede solucionar (que ha deslumbrado a la ciencia material), y por tal solución se han sacrificado muchas vidas tanto humanas como del reino animal. Los vivisectores han comprometido sus propias almas en un esfuerzo por solucionar estos misterios. Los animales han pasado por el sufrimiento más atroz en aras de la ciencia, en un esfuerzo por arrancarles sus secretos a Dios. Pero la ciencia material puede ir más lejos cuando se enfrenta contra una pared que sus instrumentos y mentes científicas no pueden penetrar y en esto se halla desamparada.

Mas hay una sola herramienta que la ciencia no puede o no quiere reconoce y es espíritu humano. Solo el observador entrenado puede tener acceso a las regiones más elevadas, que desafortunadamente el materialista, que no puede dar una prueba material, no reconocería.

Mas debemos darle crédito por haber hecho maravillas en su lucha por dominar y entender las enfermedades humanas. La medicina material ha logrado cosas maravillosas.

Hay dos fuerzas en la naturaleza que el hombre reconoce y que identifica como existentes en cada átomo, la fuerza positiva (masculina), y la fuerza negativa (femenina). La encontramos en el metal que el hombre utiliza para generar la corriente eléctrica, el cobre, el cinc, etc. En la planta también encontramos los mismos elementos. Es más diminuto átomo en el cuerpo humano está cargado con esas dos fuerzas.

Entran en juego en su cuerpo, sin cuya combinación éste no podría mantener las partículas juntas. Aunque el hombre, con un cuerpo masculino, pueda expresarse en su cuerpo físico positivo, su cuerpo vital negativo, le permite mantener las partículas de su cuerpo físico positivo juntas. Asimismo, la mujer que se expresa en un cuerpo físico femenino negativo, se equilibra por medio un cuerpo vital positivo.

Las distintas formas y desarrollo del cuerpo humano durante la vida antenatal, son recapitulaciones de su desarrollo durante la involución.

En la Época Polar su cuerpo era globular semejante a un óvalo y también de consistencia gelatinosa. Había al principio un órgano que se proyectaba por encima de su cuerpo en forma de saco. Éste órgano era a la vez, los ojos, los oídos, o sea, el núcleo sobre el cual se construía todo el cuerpo, incluso era el vehículo a través del cual el hombre recibía la vida directamente del Padre. Hoy en día este órgano es la llamada Glándula Pineal – la Epífisis. En ese tiempo, las energías del hombre eran como las de un feto, directamente dirigidas hacia adentro con el fin de construir los futuros órganos, y como en la vida prenatal de nuestro cuerpo físico actual es dirigido y asistido por la madre, así como el hombre era asistido durante su período de involución por las Jerarquías Divinas. Se encontraba en contacto directo con los reinos superiores y no estaba consciente de su entorno físico. Mientras tanto, los ojos, los oídos y varios órganos tomaban forma en este cuerpo ovoide, mientras que la Glándula Pineal, que es hoy un misterio para la ciencia médica, tenía como única función la de comunicación con el mundo externo. Éste órgano era mucho más grande de lo que es actualmente, y desde su parte superior cónica se proyectaba un tentáculo largo, flexible y transparente que asistía la locomoción y las sensaciones, y este accesorio se puede todavía ver en el extremo pequeño de la glándula pineal. Tiene el aspecto de un pedazo pequeño de piel, cuya función discutiremos en el próximo capítulo.

Augusta Foss Heindel
ASTROLOGÍA Y GLÁNDULAS ENDOCRINAS
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